Misteriosa Buenos Aires

El título de nuestra nota no hace referencia a la obra del genial Manuel Mujica Laínez (1910-1984), editada en 1951, sino a esos rincones ocultos que toda gran ciudad tiene, y Buenos Aires no es la excepción…


La ciudad encierra mil y unas historias de crímenes y leyendas urbanas. Diferentes versiones recorren los distintos barrios porteños Montserrat, Constitución, Parque de los Patricios, Barracas, San Telmo y San Nicolás, Balvanera, Retiro, Recoleta, Palermo, Colegiales y Chacarita; y la, zona Centro y el Cementerio de la Recoleta, y... En cada caso con historias bien distintas.

Los restos de Manuel Alberti
Manuel Alberdi fue un clérigo que tuvo participación directa en los hechos de la Revolución de Mayo de 1810 como vocal de la Primera Junta. Nació en Buenos Aires en 1763, y a 200 años de la revolución, aún persiste el misterio sobre el lugar donde se encuentra enterrado. Su historia está relacionada con la antigua iglesia de San Nicolás de Bari.

Alberti vivía en la antigua iglesia de San Nicolás de Bari que quedaba, donde actualmente se encuentra el Obelisco y la Plaza de la República.

La Torre del Fantasma
En la ciudad de Buenos Aires las historias de fantasmas son diversas y forman parte del encanto de la ciudad. La leyenda de la Torre del Fantasma es una más, habla de una pintora y su cuadro eternamente inconcluso.

En el Barrio de La Boca, en su principal avenida aparece una casa con una torre (rhmbuenosaires.com) cuya historia nos resulta por demás misteriosa. Está torre es objeto de una peculiar leyenda alimentada por muchos años por los vecinos del lugar.

La casa del árbol olvidado
En el barrio de Palermo hay una casa donde alguna vez por su ventana salía un árbol. Esto dio pie para que en aquella zona que se confunde con Villa Crespo naciera una leyenda.

Frente a la casa, cruzando la avenida, está la parroquia del Perpetuo Socorro.

Cuenta la leyenda, que una vez un cura al que le decían, el padre Andrés, se hizo cargo de la iglesia. El cura aprovechó la amistad de unos vecinos e instaló su cuarto en la casa de ellos, ya que era imposible vivir en el templo por el estado en que se encontraba.

Un día un feligrés le regaló un ficus, para colocarlo dentro de la parroquia. El cura no tuvo mejor idea que plantarlo en un hueco del piso en la habitación donde vivía. Un día recibe un telegrama en el que se le informa su transferencia a un pueblo del interior.

Según la leyenda el ficus no soportó el alejamiento de su protector y se convirtió en árbol, colándose hacia la calle por la ventana para contemplar la iglesia y esperar el regreso del padre Andrés.

Estás son solo algunas de las historias que encierra Buenos Aires, pero no son las únicas, en otra oportunidad continuaremos contándoles más.


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