Cafetín de Buenos Aires

La tradicional y respetable figura del Café, como sitio de reunión y encuentro social, no deja de tener un lugar en el corazón de todo argentino. Barrios porteños como Almagro, Palermo y Caballito, han presenciado la cultura de Cafetín desde sus principios…


Sin importar su ubicación, en el centro o en el barrio, todos los cafés llevaban en sí un mismo objetivo. 

Significado

Formador de hombres por excelencia, en el café transcurría el aprendizaje real sobre las cosas y se incorporaban códigos fundamentales. Enrique Santos Discépolo asocia directamente a esta figura con su madre, por su carácter catedrático, como un maestro e iniciador de la hombría y su lugar en la sociedad.

Los cafés reflejaban la realidad cotidiana de los barrios. Allí se discutía, se reía, se hablaba de política, mujeres, fútbol y literatura. Es imposible disociarlos de su fiel compañero el tango, pues en esos lugares nacieron y se popularizaron figuras como Carlos Gardel, Homero Manzi y Aníbal Troilo.

El Cafetín generaba respeto por los pares, así como enemistades, duelos, alianzas, amores y dolores. La costumbre de juntarse en un café proviene de Europa, de la mano de los inmigrantes españoles en la época colonial.

Sin embargo, Buenos Aires ya ofrecía cafés como De Marco, donde los revolucionarios de 1810 planeaban la independencia. Para los extranjeros ofrecía la posibilidad de encontrarse con otros iguales y no sentirse tan ajenos, o de integrarse con los nativos.

En la década del veinte, nacían los cafés literarios, como el Tortoni, cuya aparición se remontaba al 1858. Ya sea para jugar billar, cartas, beber o conversar, los cafés adquirían popularidad año a año.

Durante el cuarenta y cincuenta, el tango fue protagonista allí donde las tertulias dejaban espacio al disfrute musical. A partir del 60, el centro de los discursos era la política y las sillas se agotaban entre los intelectuales.

Los Clásicos

El famoso café El Molino funcionó desde 1860; el café Rivadavia desde 1890; Las Violetas desde 1884; La Ideal desde 1912; el Querandí desde 1920; y otros como el café Dante, el bar de la Negra Carolina, El Estaño y La Academia, gozaron también de cierta fama en la época.

Marineros, bohemios, intelectuales, patriotas, patriarcas, burgueses, socialistas, radicales y vagabundos, encontraron un lugar especial en los cafés. El ritual continúa. En la actualidad, no es tanto el café como lugar físico lo que importa, sino la costumbre que ha dejado de juntarse y compartir cierta intimidad, conflictos y situaciones de la vida.

El café encuentra su lugar por las mañanas, previo al trabajo; al medio día para el almuerzo; por las tardes para los clientes fijos y por las noches para las barras de amigos.

Lo jóvenes, suelen concurrir a los bares pero en otro contexto, a modo de after office o como una instancia previa a la discoteca.


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