El vino argentino

Si de artes culinarios se trata, el vino argentino es por demás uno de los atractivos para miles de extranjeros que visitan nuestro país. Ya sean tintos, blancos, rosados, Malbec, Chardonnay, todos poseen ese distintivo que los buenos suelos y clima propician en Argentina…


Más allá de la industria en sí, esta bebida permanece en las mesas de los argentinos desde épocas remotas, acompañando cualquier tipo de comida y ocasión. El vino es parte del folclore nacional, junto al dulce de leche y el asado, combinación explosiva de sabores argentinos.

Un poco de historia

Esta bebida nace en América a partir del segundo viaje de Cristóbal Colón en el siglo XV, quien introdujo en la Antillas las primeras sepas. Debido al clima tropical, la vid no logró desarrollarse.

En 1543, llega a Salta desde el Alto Perú, y se asienta luego en la ciudad de Cafayate. De la mano de los jesuitas, las viñas progresaron en Santiago del Estero, y al fundarse las ciudades de Mendoza y San Juan, se descubrieron los mejores suelos para fructificar la vid.

En esta región, las viñas se introdujeron a través de Chile y se expandieron por todo el territorio. El desarrollo del vino estuvo relacionado al cristianismo, pues se precisaba para celebrar las misas.

Con el transcurrir del tiempo, los vinos argentinos fueron adquiriendo prestigio y calidad, se diversificaron importando sepas de Europa, comenzaron a competir en certámenes internacionales y las exportaciones se dispararon.

En el corazón argentino

Actualmente, el vino forma parte de las costumbres arraigadas en los argentinos. Es una figura respetable e infaltable, que acompaña en el disfrute los vasos de hombres y mujeres en nuestro país.

Tradiciones y rituales pueden enumerarse miles, aunque el vino conservado en la bodega personal del argentino, cobra sin duda un valor extraordinario. Luego de un tiempo, se descorcha la botella atesorada y el aroma es único, ideal para una ocasión especial.

El argentino vive el vino, lo valora y al adquirirlo se involucra, busca y decide cuál se adapta al momento, a cada plato y escena. Se dice que los vinos adoptan la personalidad de quienes lo rodean. Entonces podríamos decir que el vino argentino es atractivo, ambicioso y de un carácter fuerte.

Hoy por hoy

El pasado nos habla de un vino argentino de mala calidad, al cual nuestros abuelos y padres diluían con soda o hielo para poder beberlo. Los jóvenes lo consumían, de la manera que hoy a la cerveza, sin interesarse en los sabores.  Las mujeres bebían vino blanco, los hombres, tinto, y no existían demasiadas complicaciones.

Hoy en día, el vino es protagonista en los asados, donde los temas giran en torno a nuevas marcas, añejamientos, bodegas, el aroma, la variedad y cada uno comparte su experiencia.

El argentino ha cobrado un buen gusto por el vino y percibe el rito de beber una copa de otra manera, con otro sentir, a la expectativa de un deleite que implica todos sus sentidos.


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