El tango resulta de mezclar la vida con la música. Es una combinación de bandoneón, lunfardo rioplatense, abrazos, sensualidad y las tristezas abundantes en la sociedad. Es la insignia por excelencia de lo más profundo que puede expresar una nación por medio del baile y el ritmo…
El tango es esa melodía que recrea al argentino miles de sensaciones al oírlo en cualquier parte del mundo. La danza, la orquesta, la coreografía y las letras únicas, son componentes de una misma cosa: identidad patria.
El tango proviene de lo más profundo del barrio argentino. El arrabal suburbano, popular y auténtico, representa fielmente al padre del tango, donde la insatisfacción, el deseo sexual y el sufrimiento, se unen para dar origen al sentimiento argentino.
El pasado del tango
El término “tango” proviene del nigeriano “tamgú”, cuyo significado se relaciona con el tambor y el baile al son de ese instrumento. En las Islas Canarias, la palabra “tango” designaba a las reuniones de los africanos en torno al baile.
Al ingresar gran cantidad de esclavos provenientes del África a la Argentina, se presume que introdujeron el concepto, asociándolo a un “espacio cerrado íntimo”, que ya comenzaba a desdibujar lo que luego sería el tango.
Por lo demás, se reconoce que este estilo se origina de la mano de africanos, latinoamericanos y europeos, como el resto de la cultura argentina.
El tango es producto de las inmigraciones masivas que otorgaron al país características singulares durante todo el siglo XIX y que hoy se mantienen.
Es un híbrido cuyo inicio concreto se desconoce, aunque se atribuye al mestizaje, pues los primeros tangueros poseían raíces africanas, al igual que sucede con la milonga y el candombe.
Asimismo, no puede negarse en sus comienzo su relación con los barrios bajos y los prostíbulos, cunas de excelentes bailarines y cantantes.
Su carácter argentino
El lunfardo, producto de inmigrantes italianos del barrio de Palermo en la Capital Federal, es un ingrediente infaltable de este ritmo autóctono.
De igual manera, la pareja y su desempeño, los abrazos, miradas y demás expresiones no verbales, forman el ADN del tango. De nada sirve el baile y la técnica, si los bailarines no viven cada estrofa al son del bandoneón.
Propio de una sociedad machista, el tango era bailado entre parejas masculinas, siendo luego que las mujeres en los burdeles adoptaron el baile a modo de seducción.
El argentino tozudo, terco e insensible de aquellas épocas, lograba desahogar sus tristezas a través del tango.
Directo al alma
Durante una misma canción tanguera, los sentimientos suben y bajan, aumentan y disminuyen, generando explosiones sensoriales únicas.
Algunos temas musicales que llegan sin escala al alma argentina son: “Cafetín de Buenos Aires”, “Mano a mano”, “Caminito”, “Cambalache”, “ Esta noche me emborracho”, “Mi Buenos Aires querido” y “Volver”; todos de la mano de Carlos Gardel, Enrique Santos Discépolo, Aníbal Troilo, Celedonio Flores, Pascual Contursi, Homero Manzi, Ástor Piazzolla, Osvaldo Pugliese, emblemas del tango en nuestro país.
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